Comunicación

AULA EN LA NATURALEZA

LECCIÓN DE VIDA en Jarapalos


Doscientos alumnos de Ciclos Formativos y Primaria del Colegio El Pinar vuelven por primera vez a la Sierra de Alhaurín tras el devastador incendio de este verano

Equipo docente y jóvenes del Grado Medio en TEGU –Técnico en Guía en Medio Natural y Tiempo Libre– han elegido este escenario boscoso para una jornada de trabajo colaborativo en la que, partiendo de la actividad física y las actividades deportivas, pretenden llevar a los más pequeños el mensaje de que “cuidar y proteger el entorno, en tiempos de cambio climático, es una de nuestras grandes obligaciones ciudadanas”

“Soy profesor de Ciencias Naturales y en los últimos años siempre dedico varias sesiones a hablar de los incendios; más aún con la situación que estamos viviendo como consecuencia del cambio climático. La de hoy, en pleno medio natural y junto al lugar que todos vimos arder este verano, es mucho más que una clase”. Nahum Canoura es docente de Sexto de Primaria en el Colegio El Pinar. Junto a sus compañeros del Tercer Ciclo de etapa vuelve a la Sierra de Jarapalos por primera vez tras el grave siniestro de este verano que permanece nítidamente gravado en la memoria de sus pupilos. Asegura, como confirma la también maestra Catalina Toledo que los niños y niñas atesoran una “gran conciencia ecológica”, a la que añaden el término “ansiedad ecológica” con el que definen la perspectiva emocional que muchos de ellos sienten cuando observan los ataques a la naturaleza por parte del ser humano de los que Jarapalos es un ejemplo más. Tanto ellos como sus colegas de Quinto Curso participan en una dinámica de trabajo multidisciplinar que, organizada por los jóvenes del Grado Medio en TEGU -Técnico en Guía en Medio Natural y Tiempo Libre-, busca concienciar a los pequeños sobre la importancia de la protección del medio mientras practican distintas actividades deportivas en el propio entorno natural.

En el equipo de esta especialidad de FP destaca la alumna Claudia Romero; quien valora esta iniciativa diseñada por el equipo docente de TEGU “como una experiencia genial porque nos enriquece tanto a nosotros como estudiantes de FP, al poder organizar una actividad compleja con un grupo de niños y niñas tan amplio como éste -150 estudiantes-; como a ellos; a los que tenemos la oportunidad de explicarles la importancia de cuidar el monte. Lo hacemos aquí, un lugar que todos conocen porque lo han visto en los medios de comunicación recientemente y al que han venido con sus familias antes de que tuviera lugar el incendio”.

MONITORES Y COMPAÑEROS

Marina Ramos y Pablo Ortuño son los profesores de Ciclos que han organizado la jornada, un circuito de Orientación con varias pruebas. Consideran que el mensaje que extraerán los alumnos más pequeños es tan importante como la propia actividad. “Los monitores -estudiantes de FP- que acompañan a los menores son también su referencia en la salida de hoy. Su comportamiento y la actitud hacia el medio natural permitirá a los pequeños valorar su importancia”, destaca Ramos; quien relata que es estando aquí como “todos somos más conscientes del desastre que ha tenido lugar en uno de los pulmones verdes del municipio” y cuán importante es desarrollar unos hábitos de respeto y prevención para evitar que esto vuelva a suceder. “Se cuida y se quiere lo que se conoce”, apunta Pablo Ortuño.

Marco León y Mario Zarallo han sido los monitores ‘TEGU’ que se han encargado de presentar la actividad. De forma didáctica y adaptada a las mentes de los pequeños, han hablado de las pautas del juego, pero sobre todo han ofrecido el contexto del por qué del lugar elegido y las circunstancias que han dado lugar a un suceso como el del pasado verano. “La norma más importante aquí es el respeto a la montaña, que ya ha sufrido bastante; su cuidado, la atención a los elementos que la puede dañar. Tenemos que procurar pasarlo bien y disfrutar del tiempo, pero sin poner en peligro a ninguna especie y recogiendo y llevándonos con nosotros todo lo que hemos traído”, indicaba León.

ENTRE AMIGOS

Una vez que arranca la prueba; el bosque de pinar, que a no muchos metros aparece calcinado, cobra vida en las carreras de los niños y niñas que buscan sus señales y balizas para cubrir los objetivos marcados. En uno de los grupos cuchichean y trazan sus estrategias Lucía, Eva, Laura, Diego, Iván y Raúl. Disfrutan del momento y del cambio de rutina. El monte, para ellos, es sinónimo de acción, energía y tiempo de calidad entre amigos. Cuando se les pregunta directamente por el fuego; a algunos le cambia la mirada y comentan que lo que más han sentido es el dolor de los animales. “Me impresionó mucho ver aquel ciervo quemado y que muchos seres vivos hayan perdido su hogar”, asegura Luca, de 11 años; una afirmación a la que siguen los movimientos de cabeza de todos los presentes.

Están ansiosos por iniciar el juego, algunas niñas aleccionan a sus propios compañeros en la necesidad de dejar la sierra en el estado en el que la han encontrado. Todos saben lo que ocurrió en julio y a todos les pesan las imágenes. Hoy, sin embargo, prefieren hablar en positivo al comprobar que queda aún mucha vida en la montaña que cada mañana observan desde la ventana del aula.

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