ENTRE AMIGOS
Una vez que arranca la prueba; el bosque de pinar, que a no muchos metros aparece calcinado, cobra vida en las carreras de los niños y niñas que buscan sus señales y balizas para cubrir los objetivos marcados. En uno de los grupos cuchichean y trazan sus estrategias Lucía, Eva, Laura, Diego, Iván y Raúl. Disfrutan del momento y del cambio de rutina. El monte, para ellos, es sinónimo de acción, energía y tiempo de calidad entre amigos. Cuando se les pregunta directamente por el fuego; a algunos le cambia la mirada y comentan que lo que más han sentido es el dolor de los animales. “Me impresionó mucho ver aquel ciervo quemado y que muchos seres vivos hayan perdido su hogar”, asegura Luca, de 11 años; una afirmación a la que siguen los movimientos de cabeza de todos los presentes.
Están ansiosos por iniciar el juego, algunas niñas aleccionan a sus propios compañeros en la necesidad de dejar la sierra en el estado en el que la han encontrado. Todos saben lo que ocurrió en julio y a todos les pesan las imágenes. Hoy, sin embargo, prefieren hablar en positivo al comprobar que queda aún mucha vida en la montaña que cada mañana observan desde la ventana del aula.