Birrete, Gaudeamus y una historia contada por entregas a lo largo de 30 meses, 120 semanas, 900 días y más de 7.000 horas lectivas. Un relato enorme, visto y vivido desde el punto de vista de esos pequeños protagonistas que, pese a no alcanzar las tres cuartas parte del metro, desbordan energía, fuerza, entusiasmo, ganas y un apetito voraz por ‘comerse la vida’. Un colegio de Educación Infantil es un contenedor de anéctodas, pero el alcance de esta historia, plagada de giros de guión, sólo lo conocen aquellas personas que han escrito los párrafos y renglones de cada uno de los capítulos; día a día, hora a hora; minuto a minuto. Las maestras y educadoras que han tenido el honor y la enorme responsabilidad de guiar a sus pupilos en esa maravillosa aventura del conocimiento.
Cada una de las profesionales de ese equipo saben lo que es reír, llorar, gestionar enfados, promover acuerdos de paz, mostrar amor, neutralizar golpes de ira, reducir miedos, evadir tristezas, tejer afectos, promover apegos y salvar distancias… Tres cursos dan para mucho, pero sobre todo para ‘aprender a aprender a EMOCIONARSE’. Hablamos de lo que es realmente importante, no de la letra menuda. Ahora que todo ensombrece bajo la tiranía del COVID19 y su impacto en la sociedad y en la propia actividad pedagógica, es el momento de reivindicar la magia que ha salpicado estos 30 meses de esfuerzo: Imaginación, asambleas, ‘phonics’, mindfulness, trabajo creativo, aprendizaje colaborativo, teatros, castañadas, madrugones, caras pintadas, manos tendidas y puertas abiertas. No fue un día cualquiera, ni una tarde más.
En esta jornada de Graduación tan especial, en la que no ha faltado un detalle -desde talleres ‘on line’ de elaboración de birretes, hasta cuentacuentos en primera persona y ensayos de himnos alegóricos-; despedimos a lo grande a una pequeña gran generación de alumnos que, pese a vivir unas circunstancias excepcionales, siempre han tenido a su lado a aquellas que han sido sus guías en el aula, maestras de muchas cosas, pero sobre todo, de afectos y atenciones UN EQUIPO QUE HA DADO LO MEJOR DE SÍ MISMO HASTA EL ÚLTIMO DÍA.
GRADUACIÓN SOBRE RUEDAS
Colegio El Pinar
Una institución académica de excelencia que destaca en el ámbito de la enseñanza independiente andaluza por el desarrollo de un modelo pedagógico innovador, personalizado y solvente.
Birrete, Gaudeamus y una historia contada por entregas a lo largo de 30 meses, 120 semanas, 900 días y más de 7.000 horas lectivas. Un relato enorme, visto y vivido desde el punto de vista de esos pequeños protagonistas que, pese a no alcanzar las tres cuartas parte del metro, desbordan energía, fuerza, entusiasmo, ganas y un apetito voraz por ‘comerse la vida’. Un colegio de Educación Infantil es un contenedor de anéctodas, pero el alcance de esta historia, plagada de giros de guión, sólo lo conocen aquellas personas que han escrito los párrafos y renglones de cada uno de los capítulos; día a día, hora a hora; minuto a minuto. Las maestras y educadoras que han tenido el honor y la enorme responsabilidad de guiar a sus pupilos en esa maravillosa aventura del conocimiento.
Cada una de las profesionales de ese equipo saben lo que es reír, llorar, gestionar enfados, promover acuerdos de paz, mostrar amor, neutralizar golpes de ira, reducir miedos, evadir tristezas, tejer afectos, promover apegos y salvar distancias… Tres cursos dan para mucho, pero sobre todo para ‘aprender a aprender a EMOCIONARSE’. Hablamos de lo que es realmente importante, no de la letra menuda. Ahora que todo ensombrece bajo la tiranía del COVID19 y su impacto en la sociedad y en la propia actividad pedagógica, es el momento de reivindicar la magia que ha salpicado estos 30 meses de esfuerzo: Imaginación, asambleas, ‘phonics’, mindfulness, trabajo creativo, aprendizaje colaborativo, teatros, castañadas, madrugones, caras pintadas, manos tendidas y puertas abiertas. No fue un día cualquiera, ni una tarde más.
UN EQUIPO QUE HA DADO LO MEJOR DE SÍ MISMO HASTA EL ÚLTIMO DÍA. 
