Tiene pelo largo y rubio, y es todo un experto en el arte de la escucha. Otto se ha convertido en un profesor muy querido por los alumnos del colegio El Pinar, que han visto en él un amigo y compañero ideal para poder practicar y mejorar su lectura sin sentirse analizados. Este perro adiestrado y su guía, Laura Brinkmann, forman parte del proyecto READ (Reading Education Assistance Dogs), que tiene como objetivo mejorar e impulsar las capacidades lectoras y sociales de los niños a través de actividades y juegos.
Una pequeña maleta con libros, una manta roja y la voz cercana de su compañera y guía es todo lo que necesita Otto para crear un ambiente que invita a la lectura. Mediante ejercicios previamente establecidos, este golden retriever comienza a escuchar a sus alumnos, y no duda en hacer gestos y movimientos para corregir errores relacionados con el proceso lector, siempre bajo la supervisión de Brinkmann. «Vi que podía encajar bien dentro de los programas del colegio, y lo propuse al equipo de pedagogía», explica esta psicóloga y terapeuta especialista en TTA, que además es madre de uno de los alumnos del colegio y coordinadora en Málaga del programa READ.
Seis niños fueron los elegidos para participar en esta iniciativa, con edades comprendidas entre 6 y 10 años. «Ha sido una experiencia muy positiva, he notado una gran evolución en todos ellos», asegura la psicóloga del colegio El Pinar, Cristina Pérez.
Durante siete semanas, los alumnos de este programa esperaban con ganas una nueva sesión de lectura con Otto, que iba a recogerlos a clase personalmente. «Hacíamos una visita por semana, con dos horas de trabajo, en las que cada niño tenía 20 minutos de sesión individual con el perro, para mejorar sus habilidades de lectura y su autoestima», explica Brinkmann.
Todas las actividades realizadas animaban a los niños a sentirse más cómodos en la lectura, ya que Otto les corregía de una manera muy especial. Entre los ejercicios, destacan las señales para que el animal mueva la pata si el alumno se ha equivocado en la frase y así pueda repetirla. En otras actividades, la coordinadora toma mayor protagonismo, con ejercicios como esconder fichas con sílabas bajo el cuerpo de Otto para que los alumnos las encuentren. «Hay muchas opciones, y el resultado ha sido muy positivo, todos estaban muy contentos con la experiencia», apunta la coordinadora del proyecto.
Con el objetivo de que los niños se sintieran más cómodos, cada uno de ellos podía llevar sus propios libros a la terapia. «Traían algunos títulos que querían leerle al perro. Se consiguió una gran conexión entre los alumnos y el animal, en un ambiente muy distendido y lúdico», señala la profesora.
Los libros de castillos son los preferidos de Luis, que no dudó en llevarlos a clase. «Ha sido una experiencia muy satisfactoria. A mi hijo le gusta mucho leer, pero tiene dificultad para ello. Este proyecto le ha aportado mucha seguridad, habilidades lectoras, y sin duda, mucha autonomía», explica su madre, María Dolores.
Algo parecido piensa Macarena, la madre de Nando, un alumno de seis años al que la terapia le ha cambiado la forma de concebir la lectura. «A veces los padres perdemos la paciencia, y ellos no se sienten cómodos. El perro no juzga, y tiene toda la paciencia del mundo, por eso la lectura ha pasado de ser una obligación a un juego, y Nando ha tenido una evolución increíble», explica.
Para poder realizar estas actividades, Otto es evaluado cada dos años para comprobar que es sociable y que soporta situaciones de estrés, además de tener un control veterinario cada tres meses. Brinkmann y su inseparable amigo peludo son uno de los 5.600 equipos READ distribuidos por todo el mundo, conformados a lo largo de los años tras la fundación del proyecto en Estados Unidos, en 1999. «Trabajamos en centros educativos, bibliotecas, centros de mayores y entidades sociales», señala la terapeuta.
AUTORA: ANDREA JIMÉNEZ
FUENTE: DIARIO SUR (PUBLICADO EL 16/02/2020)