«Estas actividades contribuyen mucho a la concienciación. Aprender haciendo hace que se fijen mucho más los conocimientos», apunta el profesor Reina. De hecho, la última fase del proyecto ha servido para comprobar este hecho, ya que los alumnos han expuesto sus resultados y conclusiones y el docente destaca cómo ahora son conscientes y se plantean, por ejemplo, cuánta agua gastan en ducharse o en bañarse al saber con precisión la cantidad que sale del grifo en un minuto. En otros casos, han estudiado cómo reducir el agua de los electrodomésticos usando los programas indicados para ello tras analizar qué uso concreto se les da en sus casas.
TRABAJO DE CAMPO
Así, el profesor apunta que este trabajo ha ido mucho más allá de mirar en internet. «Ellos han tenido que comprobarlo todo. Ver el uso del lavavajillas en sus casas, leer los libros de instrucciones… El cerebro funciona mucho mejor cuando la información les llega por distintos sentidos. Son momentos fundamentales en el aprendizaje», explica sobre esta metodología activa de enseñanza.
Para los docentes es más complicado trabajar así, admite José Reina, porque deben actuar como guías. «Es un equilibrio entre darles pistas pero no darles los resultados porque si no se acaba la investigación», explica.
En este caso el resultado es que estos alumnos saben ahora dónde va cada gota de agua que usan y el haberlo comprobado por sí mismos les llevará a aprovechar mejor este recurso fundamental para la vida.
FUENTE: LA OPINIÓN DE MÁLAGA